El filibustero
En el mar de las Antillas durante siglo XVII, los filibusteros fueron piratas que se gobernaban a sí mismos, invadían territorios ajenos, saqueaban barcos y se hacían libremente con el botín.
En esta muestra, la interpretación se ha apoderado de un artista que investiga constantemente sobre la condición humana, convertido en “ladrón” de instantáneas navegando en las prolíficas aguas de las redes sociales. La apropiación del imaginario es reflexiva aunque la atracción de Hernández por estos personajes anónimos y sus actitudes, tiene relación con el consumo actual de la fotográfica contemporánea sabidamente saturada de filtros cromáticos y exhibición exagerada. Después del hurto y con todos los nuevos hallazgos, el artista filma, en un solo fotograma, historias íntimas repletas de descontextualizaciones, desenfoques, planos cinematográficos y alteraciones métricas que resultan desconcertantes pero al mismo tiempo, sugerentes y atractivas.
Deducimos escenas totalmente ficticias pero tenemos que ser cuidadosos, porque el análisis de sus representaciones pasa por detenerse en los pequeños detalles que rodean a los personajes, para de esta forma constatar que nada es lo que parece a simple vista y que oteamos una pantalla “virtual” poco inocente.
Quizás como Hernández sugiere, el futuro de las relaciones personales se perfila como un cuadro cubierto de resina brillante atestado de juegos simbólicos y alteraciones cognitivas.
A lo largo de su trayectoria profesional, el trabajo de Jorge Hernández ha sido seleccionado y galardonado en numerosos certámenes nacionales de pintura. Sus obras se muestran en ferias nacionales e internacionales representado por galerías muy consolidadas en el panorama artístico, formando parte además de importantes colecciones públicas y privadas.
Elena Caranca (gestora cultural)